Son las 10 de la mañana, el horizonte está completamente despejado y el sol, tímido, empieza a templar amablemente la mañana. Ayer muchos miraban al cielo preguntándose si hoy amanecería como la jornada anterior, pues una tormenta habría dado al traste con todo. La primavera en Barcelona suele invitar a no fiarse del parte meteorológico y la pintura no es buena amiga de las paredes mojadas.

El día es tranquilo en las calles del Poblenou, en lo que antaño fue uno de los primeros polígonos industriales del mundo. De ello, dan testimonio las antiguas chimeneas que aún permanecen diseminadas por la zona y que fueron testigo de los albores de la revolución industrial, momento en que los humanos tomamos la senda de un modelo de desarrollo basado en los combustibles fósiles. Modelo que parece estar agotando sus días debido a las consecuencias que ha generado, principalmente  el  cambio climático.

Y precisamente de eso hablan hoy las paredes. 900 metros de un lienzo de ladrillos donde artistas de todo el mundo han expresado en forma de grafiti la  problemática que sume al Ártico en una continua degradación.

El arte y el Ártico

Todo está preparado y las pequeñas bolas de plástico comienzan a moverse dentro de los botes metálicos de espray anunciando un tintineo que no cesará hasta que la falta de luz lo impida. La pintura ya impregna los rodillos mientras que pinceles y brochas comienzan a bailar en las manos de los muralistas. Pero un detalle llama la atención: el aroma ausente  del etil-éter característico de los aerosoles, y es que hoy la pintura está al servicio del planeta.

La implicación de la sociedad es esencial para evitar que el Ártico desaparezca tal y como lo conocemos

El principal artífice del evento es Marc García Sánchez, fundador de la plataforma para la promoción del arte Rebobinart, que través del proyecto Murs LLiures busca dar  un espacio a los artistas para pintar en la calle. Al final del día las paredes volverán a teñirse de color gracias a la convocatoria de la organización ecologista Greenpeace y a la participación de más de 30 creadores que hoy y aquí se dan cita con una idea común, salvar el Ártico.

El arte urbano es efímero, puedes pintar un mural y al día siguiente puede sucumbir ante la obra de otro pintor. Es por ello que según Marc, interesado en la faceta social del arte, existe un paralelismo entre el arte urbano y el Ártico. Y es que la implicación de la sociedad es esencial para evitar que el Ártico desaparezca tal y como lo conocemos. “Si solo pintas un grafiti, posiblemente muy pronto te lo borren, pero si implicas a un barrio en una obra, al borrarlo mucha gente se enfadaría. Con el Ártico pasa lo mismo. Hay que implicar a las personas” explica Marc García. Y probablemente no le falte razón, teniendo en cuenta que el océano Ártico es el más aislado y desprotegido de todo el planeta.

Radiografía de un océano.

El Ártico es el océano helado en superficie que se puede ver en la parte más septentrional de cualquier globo terráqueo. En el imaginario colectivo predomina la idea de un gran continente de hielo. Sin embargo, se trata de una amalgama de enormes témpanos que en un constante ir y venir, chocan, se deforman y se fracturan constantemente.

A este respecto algunos científicos piensan que la alteración de la corriente en chorro polar está afectando a las condiciones  atmosféricas del hemisferio Norte. Según Kim Holmen, director internacional del Instituto Polar Noruego: “el Ártico se calienta antes y más deprisa” y es que en los últimos 100 años la temperatura ha aumentado un promedio de 3ºC en la región, más del doble de la media global.

Para 2040 el  polo Norte  puede convertirse en un destino turístico navegable

A lo largo del siglo XX ha aumentado de manera general la temperatura del planeta. El periodo 2011-2015 ha sido el más cálido desde que empezaron los registros en 1880. De hecho, consecutivamente durante los años 2014 y 2015 se vienen superando las temperaturas máximas medias jamás registradas, resultando el océano polar Ártico una de las regiones más afectadas.

Y es que desde que los satélites empezaron a medir la banquisa de hielo de forma regular en 1979, esta ha menguado de manera muy notable, tanto en extensión como en grosor. Desde entonces, la extensión de hielo, se ha reducido de los 7,19 a los 4,63 millones de kilómetros cuadrados en 2015. Casi a la mitad. El hielo es cada vez más estacional de modo que los témpanos más antiguos están desapareciendo y de hecho, los modelos climáticos apuntan que para 2040 el polo Norte puede convertirse en un destino turístico navegable durante los meses de verano.

El último deshielo

Ya en 2007 el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés) advertía que: “durante el próximo siglo los efectos del calentamiento global en el Ártico superarán los efectos previstos y producirá una retroalimentación que afectará al clima y a las condiciones atmosféricas más allá de la región”.

El hielo tiene la cualidad de reflejar la radiación solar evitando el calentamiento de la atmósfera, es decir,  tiene un albedo alto. Por el contrario cuando el albedo es bajo, como ocurre con el agua del mar, la atmósfera  absorbe más radiación calentándose más. Así pues, al debilitarse la capa de hielo Ártico, antes perenne y que podía alcanzar los 3 y 4 metros de grosor, aumenta también la superficie que absorbe más radiación retroalimentando de este modo la fusión de la banquisa del Ártico. 

Mapa del hielo del océano Ártico

Los mapas muestran la edad del hielo marino del Ártico para cada año de un mes elegido, en este caso diciembre. En ellos el hielo que ha sobrevivido cuatro años o más aparece en azul más oscuro, mientras que el hielo marino que es menor de un año aparece en tonos más claros de color verde. Esta serie cronológica de mapas ayuda a mostrar la variación de la cantidad y ubicación del hielo en el tiempo.

 

El aumento de temperatura también esta favoreciendo la acidificación del océano. El agua fría absorbe mas CO2 y al calentarse gradualmente pierde esta la capacidad de retener carbonatos. Es por ello que la fusión de los glaciares y el calentamiento global del océano  favorece la liberación a la atmósfera del metano acumulado en el fondo marino, uno de los gases más potentes a la hora de generar el efecto invernadero.

Entre la comunidad científica no existe duda de que son los gases de origen antrópico los responsables del declive del Ártico. El oceanógrafo de la NOAA (Administración Oceánica y Atmosférica Nacional por sus siglas en inglés) James Overland, ilustra el problema con una metáfora “el Ártico es como el canario de la mina que nos indica que el cambio climático es real”.

En un mundo más cálido

Por otra parte Ian Stirling de la Universidad de Alberta se muestra rotundo frente al futuro: “el ecosistema marino del Ártico, tal y como lo conocemos hoy, dejará de existir”. De no frenar el declive actual, la pérdida de hielo podría causar estragos desde la base del ecosistema, afectando a los organismos fotosintéticos que se encuentran en la base de la cadena trófica marina. Estas algas unicelulares son la fuente de alimentación del zooplancton, que a su vez es el principal alimento de muchas especies, como el bacalao ártico, las aves marinas, y las ballenas de Groenlandia.

La pérdida de hielo podría causar estragos desde la base del ecosistema

Un poco más al sur, el permafrost se esta derritiendo, los límites de la vegetación arbórea avanzan hacia el Norte y la tundra retrocede a favor de los arbustos y hierbas que la invaden.

Por otro lado, la pérdida de hábitat acarrea consecuencias desastrosas para las poblaciones de osos polares, morsas o caribúes, las cuales están experimentando mermas considerables. Tanto es así que el propio Stirling descarta de que a la larga puedan sobrevivir allí. 

Un enclave estratégico

Desgraciadamente, como defienden desde la organización ecologista Greenpeace, la importancia del océano Ártico no reside únicamente en su valor ecológico. Los recursos naturales que alberga en su interior suscitan poderosos intereses industriales y gubernamentales. El deshielo abre la puerta a las grandes petroleras para extender las prospecciones petrolíferas en la región. Y la fragilidad del ecosistema junto a los problemas ocasionales que puedan producirse, como vertidos petrolíferos accidentales, pueden modificar irreversiblemente esta zona del planeta, inaccesible en el caso de una catástrofe.

Otra cuestión preocupante es la apertura de nuevas rutas pesqueras y comerciales. La entrada de las grandes pesquerías en el Ártico podría resultar fatídica debido a las agresivas técnicas de arrastre  y descarte empleadas en la pesca comercial.

2016, un año crucial

En una de las iniciativas más ambiciosas de salvaguardar el medio ambiente, el Convenio para la protección del medio marino del Atlántico Nordeste (OSPAR) entró en vigor en 1998 y es de obligado cumplimiento para los países firmantes, entre los que se encuentra España. Este convenio nació con el objetivo de conservar los ecosistemas marinos, la salud humana y restaurar, cuando fuera posible, las áreas marinas que se hayan visto afectadas negativamente por el ser humano.

Ahora, y por primera vez desde su creación, se contempla la posibilidad de vincular una figura de protección legal a las aguas del océano Ártico. El encuentro clave del que ha de salir dicho acuerdo tendrá lugar en España durante el mes de junio de 2016. De él, se espera la creación de una reserva marina protegida que abarque el 10 % de sus aguas internacionales. 

Por su parte, desde Greenpeace trabajan para proteger el santuario ártico, que abarcaría todas las aguas internacionales bañadas por el océano. Marta Jiménez, bióloga y responsable de la campaña por los océanos, aclara sus principales objetivos: “desde la organización proponemos que se proteja este santuario y que, además, se cree una reserva marina en las aguas nacionales de cada uno de los países firmantes del convenio”.

Con esta intención la Declaración Internacional por el futuro del Ártico es un documento que tiene como objetivo recabar el apoyo de la mayor cantidad de gente posible. Y es precisamente el mismo objetivo del evento de hoy. Como nos explica Marta Jiménez, “este acto se suma a los más de siete millones de personas en el mundo que ya han pedido la protección y la creación de un santuario en las aguas internacionales del océano Ártico”.

Esta mañana la pared amanecía blanca, casi virgen a excepción de 2 piezas que el código de honor de un gremio de pintores ha querido conservar: la primera, una pieza cuyo lateral reza “Javi Ribes Castillo, D.E.P. De tu familia y amigos” que representa al colectivo de artistas y nunca ha sido borrada. La otra, imposible de estar en más en sintonía con la ocasión, un faro que, adintelado con un ojo en la parte superior, alumbra con su luz la palabra futuro, en este caso el del océano Ártico. Hace dos días estos mismos muros eran una amalgama de ideas inconexas. Aquel lugar en barbecho estaba decorado con los motivos más dispares: firmas, letras, iconos, personajes y todo tipo de quimeras. Hoy, ha vuelto a terminar llena de arte bajo un mismo objetivo: salvar el Ártico.